Este concierto presenta una selección de repertorio original para una formación poco frecuente como es el dúo de flauta y guitarra. Francesco Molino (o Mollino) y Ferdinando Carulli encarnan, junto al español Fernando Sor, el auge que la guitarra experimentó en toda Europa a comienzos del siglo XIX. En la consolidación de un instrumento que hasta finales del siglo XVIII se había desarrollado fundamentalmente en ambientes populares, París desempeñó un papel esencial como lugar de difusión. Tanto Molino como, sobre todo, Carulli encontraron en la capital francesa editores ávidos por potenciar este instrumento y aficionados interesados en esta música. Así, Carulli llegó a imprimir en París cerca de 350 obras con la guitarra como principal protagonista.

La raíz popular de la guitarra es un elemento que aún hoy sigue estando muy presente. Seguramente esta asociación explica que numerosos compositores del siglo XX hayan empleado este instrumento para obras inspiradas en el folclore real o imaginado. Desde esta perspectiva deben entenderse la Suite Buenos Aires publicada en 1995 por el argentino Máximo Diego Pujol, recreando el ambiente musical de barrios bonaerenses como Pompeya y Palermo, y el Tango del francés Erik Marchelie, derivado igualmente del folclore argentino. El origen popular es también evidente en las obras de Mourat y Baumann, aunque en estos casos es más bien un folclore imaginado desde una perspectiva casi exótica. El francés Jean Maurice Mourat se remonta en su Al-Andalus a una época lejana cuya cultura musical nos resulta prácticamente desconocida, mientras que el alemán Herbert Baumann toma melodías populares finlandesas como base melódica para su Sonatina.

Por último, el tercer bloque que puede distinguirse en el programa de hoy corresponde a los compositores Jan Truhlàr e Ina Bottelier. Aunque de procedencias diversas (checo el primero y holandesa la segunda), ambos autores conceden en sus catálogos un papel particularmente destacado a la guitarra. Truhlár, por ejemplo, logró el reconocimiento internacional con su Concierto para guitarra y orquesta de 1964, poco antes de verse obligado a emigrar a Austria, donde fallecería en 2007.

No deja de ser llamativo que todos los autores que han compuesto regularmente para la guitarra, como instrumento a solo o en formaciones camerísticas muy variadas, sean ellos mismos guitarristas muy cualificados que, en algunos casos, han llegado a desarrollar una carrera internacional como intérpretes.