Pablo Picasso (Málaga, 1881 - Mougins, 1973) concedió siempre una enorme importancia al grabado: desde 1899 hasta 1972 realizó más de dos mil, que constituyen casi un diario de su vida de artista.
En 1909, dos años después de la realización de Les demoiselles d´Avignon [Las señoritas de Aviñón)], Picasso trabajó el grabado desde los planteamientos conceptuales y plásticos que definieron el cubismo. Las estampas de este período están compuestas por un entramado de líneas finas y profundas que, rompiendo la perspectiva tradicional, dan lugar al surgimiento de un nuevo espacio en el que los objetos aparecen descompuestos en múltiples planos y puntos de vista. En algunos casos Picasso incorpora la letra a sus composiciones cubistas –como en Nature norte. Bouteille [Naturaleza muerta. Botella] de 1912– y en otros recurre al papier collé o a fragmentos de periódicos, como en L´homme au chien [Hombre con perro] de 1914, en su interés por vincular –con el collage– el arte con las cosas de la misma realidad.
Esta exposición presenta una selección de los grabados cubistas que forman parte de los fondos de la obra gráfica de Picasso pertenecientes a la colección de la Fundación Juan March y que se exhiben, de forma rotatoria, en sus dos museos.