La aproximación de Jean Dubuffet (El Havre, 1901 – París, 1985) al mundo de la pintura no queda sólo reflejada en su propia labor plástica, sino también en los muchos análisis teóricos que, con gran lucidez, desarrolló a lo largo de su trayectoria. Dubuffet fue, ante todo, un artista interesado por aquellos espacios del conocimiento y del contacto con el mundo habitualmente marginados por el pensamiento racional de Occidente; así, por ejemplo, su interés por el arte y la expresividad de los locos rastrea las fisuras de lo que puede ser el anhelo de un pensamiento estrictamente unitario y ordenado.
Automobile à la route noire sintetiza en ese sentido muchas de las inquietudes del artista. Se trata de una obra cargada de tensión y nerviosismo, como si el trazo y la pincelada no pudiesen ser sometidos a un orden riguroso y estricto dictado por la Razón, y se dejasen llevar por el ritmo trepidante de las contradicciones. Ante este gran óleo de 1963 no se nos escapa, ciertamente, la relación de su factura con los dibujos de los enfermos psiquiátricos, algo que situaba a Dubuffet en un territorio sumamente delicado. (…) En el fondo, lo que estos conductores deslavazados vienen a señalar es que orden y caos no son realidades disociadas, sino que el desorden, el nerviosismo y la enfermedad son también constitutivas de nuestro ser en el mundo.