Ambas obras de Fleischmann son testimonio de su interés por los campos ovalados dentro del cuadro, que en cierto modo hacen surgir un cuadro dentro del cuadro y recuerdan a las composiciones cubistas de Braque, desde el que ha de entenderse también la articulación sistemática de la superficie en elementos en forma de L mutuamente engranados. Las pinturas de Fleischmann se caracterizan por ocuparse del concepto pictórico idealista mondrianiano del ordenamiento horizontal-vertical como expresión fundamental de la vida, al igual que por el tema del movimiento vibratorio del color. Fleischmann perfecciona el juego de equilibrios y fuerzas mondrianiano entre línea, cantidad y calidad del color en el sentido de conferir ritmo y musicalidad a sus composiciones.