Iniciadora en Nueva York del grupo de artistas que más tarde sería conocido como “pintura radical” (Radical Painting), desde finales de los setenta Hafif se dedica a la monocromía, con el objetivo de reencontrar las condiciones fundamentales de la pintura. En este contexto crea un grupo de dibujos a lápiz que comienza el 1 de enero de 1972 y culmina en 1982. Todos los dibujos tienen en común el intento de cubrir uniformemente la superficie de la hoja con trazos verticales cortos, a ser posible idénticos y equidistantes. El objetivo es conseguir un cuadro en el que la forma sea completamente independiente del gesto subjetivo del artista y se genere exclusivamente a partir de las posibilidades del medio y del material empleados.