El caso Mondrian es el primer acercamiento de la Fundación Juan March a la experiencia de una exposición digital, en la que las imágenes hacen las veces de fantasmas de las obras reales. La elección del tema no es casual: Piet Mondrian fue un artista radicalmente vinculado a la vanguardia y al espiritismo, y su obra disfruta desde su muerte de la mejor vida, no solo en la alta cultura y sino también en la cultura de masas. 

Mondrian revisaba continuamente sus teorías. Cuando llegó a París, partió del cubismo, pero poco a poco fue desarrollando una concepción propia de la abstracción, sustituyendo los colores naturales por primarios, y destruyendo la espacialidad y el plano. En 1942 escribió: “Después de algunos años, sin darme cuenta, mi trabajo comenzó a desviarse más y más de los aspectos naturales de la realidad”, y ese camino hacia la abstracción queda reflejado en las obras de esta exposición.

Este “caso” no solo se centra en las obras, sino también en reconstruir la vida de su autor, Piet Mondrian (Amersfoort, 1872 – Nueva York, 1944). Algunos de sus datos biográficos son poco conocidos, como su interés por el espiritismo y la teosofía de Mme. Blavatsky, su viaje en barco a España ‒que no fue de su agrado, pero nos dejó esta curiosa foto en la plaza de toros de Bilbao‒, o su amistad con su vecino, Diego Rivera, en el barrio de Montparnasse en París.

Del archivo de nuestra institución hemos rescatado la exposición que la Fundación dedicó al artista en 1982, la primera celebrada en España. De esa exposición se preservan las voces de dos artistas que ahora invocamos, las del suizo Max Bill y el estadounidense Harry Holtzman, tan influenciados por el pintor. Además, ha coincidido en el tiempo con la exposición Mondrian y De Stijl que le ha dedicado el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Como escribe Estrella de Diego en El País, “Es la vuelta de tuerca a las exposiciones digitales, que por primera vez parecen digitales y no el premio de consolación de las muchas visitas a los museos desde la virtualidad”. Iñaki Esteban suscribe desde El Correo: “La de ahora es una exposición digital, autónoma, sin relación con otra desarrollada en una sala”.

Sus ecos asoman por todos lados, de Yves Saint-Laurent a Los Simpson, pasando por servilletas, fundas de gafas, vestidos, zapatillas, marcos de fotos y un sinfín de objetos de merchandising en los que el neoplasticismo se funde con lo cotidiano. De todos estos productos, algunos reproducen una obra determinada del artista, mientras que otros se inspiran en ella “a la manera de Mondrian”. ¿Sabrías distinguir cuáles sí y cuáles no?