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Marcel Proust y Reynaldo Hahn fueron primero amantes y más tarde confidentes. Esta profunda amistad queda de manifiesto en las numerosas cartas conservadas en las que, con mucha frecuencia, los dos autores mantienen opiniones dispares en temas artísticos. La relación entre los temas tratados en estas cartas y las canciones de Hahn se hace patente en la selección musical de este concierto.
La música acompañó el curso vital de Luis XIV desde su nacimiento hasta su muerte. El monarca, que encarnó como ningún otro los ideales del Absolutismo, estuvo rodeado de músicos como Sainte Colombe, Forqueray, Marais o Couperin. El conjunto La Bellemont ofrece un recorrido por la vida del rey francés con una selección de textos narrados por Xosé Luis Saqués.
En numerosos pasajes de A la busca del tiempo perdido, Marcel Proust describe una imaginaria Sonata para violín y piano compuesta por el ficticio Monsieur Vinteuil. El preciosismo de sus descripciones ha llevado a buscar un modelo real para esta obra, que muchos autores han creído encontrar en la Sonata de César Franck. La interpretación de esta obra se intercala aquí con las lecturas de los pasajes de la novela de Proust.
¿Cuántos instrumentos distintos caben en un piano? En las manos de Marco Mezquida, el piano llega a convertirse en un instrumento de percusión o de cuerda pulsada. Brotan así sonidos inesperados con los que el intérprete ofrece sorprendentes lecturas del repertorio de Broadway.
En 1790 muere Nicolás Eszterházy y su sucesor libera a Haydn de muchas de sus obligaciones. Las brasas de la Revolución francesa estaban aún calientes, una nueva época histórica acababa de abrirse, y Haydn se encamina hacia Londres, donde es recibido como un ídolo de masas y dirige sus propias sinfonías. Desde entonces, estas obras se difundirán por todo el mundo, a menudo mediante arreglos camerísticos como los que interpreta La Tempestad en este concierto.
María Bárbara de Braganza fue una de las soberanas más influyentes y cultas de su tiempo. Discípula de Domenico Scarlatti, fue una notable clavecinista y poseyó un refinado gusto musical. Por su clave pasaban las óperas que Farinelli quería representar en los Reales Sitios, y su severo juicio dictaminaba cuáles merecían ser interpretadas y cuáles no. José Máximo Leza desgrana la actividad filarmónica de la reina y su relación con Scarlatti, Seixas y Albero.
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